Esto
viene así: imaginad: en la vida; la tuya, la presente y fluida; tras
meditar y afrontar en soledad, vas, con una idea enmascarada en busca
de ayuda y, das a conocer, mostrar y exponer, la problemática:
-
Mi problema; (mi yo).Quiero que me escuche en la totalidad del asunto
antes de intervenir. Sé que aquí usted es el profesional, el
estudiado e ilustre, pero, permítame en mi 'egoletría' decir que
éste no caerá en sus manos de buen gusto. Por su desastre.
Conozco
a alguien. Ése, me tiene, como diríamos sin titubeos y entre cañas
“cogido por los huevos”. -jaja- suelte una carcajada, se lo
permito ¡POR FAVOR! (ansío).
Yo,
suplico vivir. Cualquiera que me viera en desnudo comportándome,
diría que soy un mendigo.
Éste
me acobarda, achanta y amenaza como él sólo sabe. Me intenta ahogar
por las noches ¡lo juro! Llevo meses sin dormir...años. La
pesadilla es la merienda; la realidad, el banquete (“ojalá el
final”). Me distrae cuando estoy ocupado; -jaja- dirá, “qué
coqueto”, pero no. Me desea sufridor, carente de toda esperanza de
deshacerme de lo pesado; en sus palabras: “ojalá mueras queriendo
estar solo”. Tras tanto, yo quiero.
Es
cruel, vil y rastrero. Frase hecha, cree usted ¡A MÍ MEDIDA! O a la
suya...mejor dicho. Es ese ángel de a muerte de que hablan las
fantasías, en aquel, el libro sagrado que supera a 'El Quijote' en
sus lecturas. PALABRERÍA.
Permítame,
de nuevo, que me anticipe, 'mi señoría'. Quizás ahora desee
preguntarme “¿qué o por qué ha de soportar eso? Viendo, como se
le ve, un joven fuerte y con carisma” -Le aplaudo en su halago-.
Bien,
diría en confesión que es sencillamente porque lo necesito, incluso
le diría que siento atisbo de amor. De una manera totalmente
asexual, aclaro. Repito y puntualizo: le necesito en mi vida.
Puede
que, como consejo 'semi-profesional', me sometiera usted a la labor
de, si me merece la pena, dar 'lo bueno – positivo' para así
convertir la relación a mí favor o, al menos, dejarla en equilibrio
de fuerzas ¡PURA FÍSICA!
((Pero
¿y si no se puede medir? ¿Se mide la excusa del que golpea al amor
con rabia y desenfreno, creyendo corregir lo que simplemente 'es'?
¿Se debe curar? ¿Es lo suficientemente larga la vida como para
dejar que actúe esa selección sabia y objetiva?))
Me
adelantaré, de nuevo, y seguiré añadiendo: ya lo he intentado.
Ha
sido un duro balanceo. Diría hazaña, pero no, aunque sí araña,
cada rincón de mi espalda en metáfora de sufrimiento agónico
(“cuánta floritura, escritor”). Casi insoportable, literal. Por
los pelos me hallo aquí. Creerá que le hablo de algo novelesco, una
pequeña aventura de terror; persecución a cuchillo o pistola, pero
no. Se equivoca. Se trata de algo certero, medido a pulso, como roce
al violín, suave y con poder.
Ha
tratado de arrastrarme a la locura 'et voilà!': estoy loco. Una
malsana solución para el suplicio. (¿mis padres? ¿amigos? Ellos
nunca pensarían que estoy loco, sólo que exagero; dramático me
llama alguno, otros incluso 'poeta', me halagan) ¡Échese unas risas
conmigo doctor! ¿La locura no era divertida?
Lo
que le decía: planea asesinarme. Lleva largo tiempo y esmero en la
conquista de ese deseo de fin fetichista. Me maltrata, como si se
tratase de un juego. Yo trato de ignorar en su complejo esta
contienda, pero ¡es realidad! Como usted, como yo, o como ese oso de
la esquina vestido de bailarina. Bromeo...bromeo…
Discúlpeme,
y digo en serio: seguramente, pronto, muera.
“¡¿Por
qué?!” Le vendrá a la cabeza repetidas veces sin llegar a
entender la finalidad de tanto absurdo.
“¿Qué
malentendido es este? ¿de dónde viene y dónde va? ¿es esto una
broma?” Nada caballero, nada de eso.
“Dígame
entonces ¡EXPLÍQUESE!” me pedirá.
Mi
doctor, ilustre y estudiado: ése; éste, soy yo.